El cultivo del girasol es muy sencillo. Un factor primordial es el utilizar tierra de buena calidad con un fertilizante de efecto prolongado. Tras plantar las semillas de girasol hay que mantener el sustrato húmedo hasta que germinen. Se siembran desde inicios de la primavera hasta inicios del verano, aunque la semilla y las plántulas soportan temperaturas muy bajas.
Esta planta crece de manera rápida, por lo que son ideales para sembrar en macizos, contra un muro, o en macetas (estas últimas deben ser de las especies pequeñas). Aunque este crecimiento genera también la creación de malas hierbas, por lo que se debe tener mucho cuidado, ya que son perjudiciales pues pueden terminar rompiendo los ciclos de las plantas.
Su floración es bastante agradecida con las atenciones que se le den. Por ello es indispensable quitar las flores marchitas que estén presentes. El utilizar fertilizantes con un alto nivel de fósforo va a acelerar la floración y disfrutar de las flores antes de lo previsto.
En cuanto al riego no es necesario que sea muy frecuente, por el contrario de lo que pasa con otras plantas. Lo mejor es regarlos 20 días antes y después de la aparición de las flores, siempre y cuando no llueva.