La sustentación de que el agua de los ríos se desperdicia cuando llega al mar no es correcta. El ciclo del agua es un proceso natural en el que el agua se mueve continuamente a través de la tierra, la atmósfera y los cuerpos de agua, incluyendo los océanos. El agua se evapora desde los océanos, lagos, ríos y otros cuerpos de agua, formando nubes en la atmósfera. Estas nubes luego se condensan y forman precipitación, que cae nuevamente en forma de lluvia o nieve.
Cuando el agua llega al mar, no se desperdicia, sino que se incorpora al ciclo hidrológico. El océano es una parte esencial de este ciclo, ya que actúa como una fuente de evaporación para el agua que luego se condensa y forma nubes. Estas nubes transportan el agua sobre la tierra, donde cae como precipitación y se utiliza en diversos procesos naturales, como la alimentación de los ríos, la recarga de los acuíferos subterráneos y la sustentación de los ecosistemas terrestres.
Además, el agua del mar también desempeña un papel crucial en la regulación del clima y la distribución del calor a nivel global. Los océanos absorben y almacenan grandes cantidades de calor, lo que influye en los patrones climáticos y ayuda a mantener el equilibrio térmico del planeta.
Si bien es cierto que algunos lugares pueden experimentar escasez de agua dulce debido a una mala gestión de los recursos hídricos por factores climáticos, esto no significa que el agua que llega al mar se desperdicie. El desafío radica en el manejo adecuado y sostenible de los recursos hídricos, promoviendo prácticas de conservación, reutilización y gestión eficiente del agua, para garantizar que esté disponible para las necesidades humanas y ecológicas en todas las regiones.